La forma de enfrentarnos a una misma cosa puede cambiar radicalmente según la queramos enfocar. Probémoslo así...
"Los hombres que no perdonan a los demás sus pequeños defectos, jamás disfrutaran de sus grandes virtudes."
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"No hay que olvidar que las mejores cosas de la vida hay que dejar que empiecen y dejar que acaben"
Querido jefe:
Una frase para empezar el día, a ver qué te parece:
ES MUCHO MEJOR VER, LLORAR Y LIBERAR QUE
REPRIMIR Y DEPRIMIR
Porque quizás detrás de las lágrimas está el encuentro con uno mismo. Y desengañémonos: el camino para encontrarse con uno mismo no es fácil, requiere asumir riesgos, requiere Arriesgarse.
Es un camino que no se puede recorrer con pastillas, porque requiere estar muy despierto y, sobre todo, consciente.
Es un camino que se hace andando a solas, en el silencio de uno mismo.
Que requiere escucha, atención, audacia, paciencia y perseverancia...
Porque a veces aparece el miedo, la duda, la angustia...
Porque no sabes dónde vas a pisar, qué vas a encontrar...
Hay un gran vacío, un gran espacio desconocido...
Cuando empiezas a andar no sabes dónde llegarás.
Porque para ir a donde no se sabe hay que ir por donde no se sabe...
Y aunque es más fácil quedarse donde uno está, merece la pena Arriesgarse.
Merece una vida feliz Arriesgarse.
Una vez empiezas a andar, no puedes volver atrás porque el camino andado desaparece. Y no te queda más remedio que avanzar... También puedes quedarte quieto, pero eso no te lleva a ninguna parte.
Nadie ha transitado antes por este camino; es un camino absolutamente singular y personal.
Un camino donde empiezas siendo peregrino, que quiere decir extranjero, y acabas encontrándote y dejando de ser un extraño para ti mismo.
Cuando inicias el proceso, cualquier paso que das provoca miedo. Pero es precisamente en este espacio, en este vacío, donde finalmente te encontrarás... Donde se producirá el milagro...
No es un trabajo de esfuerzo, sino de abandonarse, de soltarse, de liberarse de pesos y de presiones.
¿No será, querido Jefe, que aquello a lo que llamamos arriesgarnos es, en el fondo, nuestra “felicidad temida”?
Te invito a que pienses en ello.
Cordialmente tuyo,
Álex.
PD. Reza un dicho popular:
“Reírse es arriesgarse a parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Alargar el brazo para coger a otro es arriesgarse a implicarse.
Mostrar los sentimientos propios es arriesgarse a mostrarse uno mismo.
Exponer tus ideas o sueños ante una multitud es arriesgarte a perderlos.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.
Vivir es arriesgarse a morir.
Tener esperanzas es arriesgarse a perderlas.
Pero se tienen que correr riesgos.
Porque el mayor peligro en la vida es no arriesgar nada.
Si no haces nada, si no arriesgas nada, tu existencia se oscurece.
Es probable que de este modo evites sufrimientos, pero no vas a aprender, a sentir, a cambiar, a amar ni a vivir.
Encadenado a una actitud de miedo, uno se convierte en esclavo...
Y pierde su libertad.
Sólo eres libre si te arriesgas”.
Y ahora algo más. No sólo se trata ya de pensar en ello: te invito, si quieres, a hacer algo al respecto...
"A veces nos invade una sensación de tristeza que no logramos controlar, decía él. Percibirnos que el instante mágico de aquel día pasó, y que nada hicimos. Entonces la vida esconde su magia y su arte.
Tenemos que escuchar al niño que fuimos un día, y que todavía existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de momentos mágicos. Podemos reprimir su llanto, pero no podemos acallar su voz.
Ese niño que fuimos un día continúa presente. Bienaventurados los pequeños, porque de ellos es el reino de los cielos.
Si no nacemos de nuevo, si no volvemos a mirar la vida con la inocencia y el entusiasmo de la infancia, no tiene sentido seguir viviendo.
Existen muchas maneras de suicidarse. Los que tratan de matar el cuerpo ofenden la Ley de la Vida. Los que tratan de matar el Alma también ofenden la Ley de la Vida aunque su crimen sea menos visible a los ojos del hombre.
Prestemos atención a lo que nos dice el niño que tenemos guardado en el pecho. No nos avergoncemos por causa de él. No dejemos que sufra miedo, porque está solo y casi nunca se le escucha.
Permitamos que tome un poco las riendas de nuestra existencia. Ese niño sabe que un día es diferente de otro.
Hagamos que se vuelva a sentir amado. Hagamos que se sienta bien, aunque eso signifique obrar de una manera a la que no estamos acostumbrados, aunque parezca estupidez a los ojos de los demás.
Si escuchamos al niño que tenemos en el Alma, nuestros ojos volverán a brillar. Si no perdemos el contacto con ese niño, no perderemos el contacto con la vida."
El poder para ser poder invoca al miedo. El egoísmo para ser uno en carne humana habla de la necesidad de uno solo. Y así, cada cosa de la vida aunque sea lógica, discurre por un retorcido y pequeño hilo conductor.
Grita el mar con ronca voz, sin remedio, todos los ríos del mundo navegan en previsible deriva hacia el océano. Ordena la vida que la vida siga, nosotros y nosotras, como cachorros de una grande e inabarcable señora no podemos hacer más que obedecer.
Esta historia que os voy a contar no termino de saber si ocurrió de verdad, o sólo fué un sueño. Que cada uno la tome como prefiera.
El verano pasado decidí viajar a Brasilia. No me gustaba como estaba el mundo y tenía, de alguna forma, que intentar hacer lo posible por cambiarlo. Poner todo lo que puediese de mi parte para hacerlo. Quería hacerlo.
Cuando llegué allí, tras un larguísimo vuelo, salí a la calle a pasear y ví que nada era como me había podido imaginar. Las cosas en la tele parecían más fáciles. Al caer la tarde, aquel lugar se llenó de niños bulliciosos que vivían en la calle. Ellos y ellas sabían bien que significaba el poder del miedo. Del miedo hecho policía o escuadrón de la muerte, que para el caso es lo mismo. También conocían que significaba el egoísmo, lo comprobaban a diario y lo sufrían en su corazón y en su estómago. Una gran impotencia me inundó y solo supe llorar.
Cayó la noche, las estrellas descendieron. Sus ojos eran luceros incandescentes esperando que alguien, quien fuese, les dijera “venid, esto no es mas que una pesadilla”, que les ofreciese un mundo un poquito mejor.
Me senté al borde de la acera. Ellos estaban cerca de mí y me miraban con curiosidad. Un cachorro de perro nos observaba a una distancia prudente mientras se rascaba las pulgas. Miré al perro y le silbé para que viniera a mí. Pero por más que lo llamaba no había manera. Uno de los niños se sentó a mi lado.
¿Quieres que haga magia?
De inmediato conteste que sí. Sacó de uno de sus roídos bolsillos un pañuelo. Lo abrió y apareció una pequeña tiza. Comenzó a dibujar en el suelo una especie de hueso. Cuando terminó, chascó los dedos de la mano e inmediatamente el perro se acercó moviendo su cola alegremente de lado a lado. Asombrado, le pregunté al chico cómo había hecho eso.
Para hacer magia se necesita saber que es lo que necesitan otros. Si se lo das o les ayudas a conseguirlo, la magia aparece - sonrió y siguió jugando con sus compañeros.
En otra ocasión, los vi a todos tristes y tirados en la estación de autobuses. Un compañero suyo había desaparecido. El chico de la magia dibujó con la tiza un montón de cuadraditos en el suelo. De inmediato, y algunos con lágrimas en los ojos, se pusieron a jugar. Así es el poder de la magia.
Me acerqué al chico de la tiza y le dije:
Te compro un trozo de tiza mágica – partió un pequeño pedacito y me lo dió.
La magia no se compra ni se vende – me contestó – La magia existe y se da. Sólo hay que saber dibujar. Dibujar lo que necesita el otro.
Desde entonces busco dibujantes que pinten un mundo nuevo. Yo lo intento todas las noches, pero no sucede, el mundo no se transforma. He descubierto cual es la causa. Desde luego, no es que la tiza no sea mágica, es que yo soy un mal dibujante.
Soy quien muchas veces dice “Si se puede” cuando todo parece perdido o el tiempo escasea.
Soy aquella que desde el norte no deja de pensar ni un instante en aquellos del sur.
Soy un ser vivo compuesto de células. Un ser humano distinto a los otros con una realidad propia, un cuerpo, una personalidad y un alma. No hay otra como yo en el mundo, aunque hay miles de millones de seres humanos vivos, pero todos distintos a mi.
Como decía Ortega y Gasset “yo soy yo y mis circunstancias”.
Nací en estado de perfección y aunque mi cuerpo pueda presentar imperfecciones no deseables y mi personalidad arrastre una buena parte de herencia quizá tampoco deseada, mi alma nació incólume.
Entonces, ¿Quién soy yo? - Ostentación - Vanidad - Presunción - Soy algo, pero ¿qué? - Me escucho a mí - Me hablo a mí - Me miro a mí - Y siempre a mí, mí, mí y nunca tú - Y después… - de tanto decir de mí - no sé saber - quién soy yo.
Acostumbramos a mirarnos el YOmbligo y a pensar únicamente en nosotros mismos, en lugar de, tan sólo, observar a nuestro alrededor."
Vientos del Sur
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Los nadies. Eduardo Galeano
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