jueves, 11 de septiembre de 2008

El alpinista

*

Había una vez un hombre que estaba escalando una montaña. Estaba haciendo un escalamiento bastante complicado, una montaña en un lugar donde se había producido una inmensa nevada. Él había estado en un refugio esa noche y a la mañana siguiente la nieve había cubierto la montaña, lo cual hacia mas difícil la escalada. Pero no había querido volverse atrás así que de todas maneras con su propio esfuerzo y coraje siguió trepando y trepando por esa empinada montaña.

Hasta que en un momento determinado, quizá por un mal cálculo puso el pico de la estaca para sostener su cuerda de seguridad y se soltó el enganche. El alpinista se desmoronó, empezó a caer a pico por la montaña golpeando salvajemente contra las piedras en medio de una cascada de nieve.

Pasó toda su vida por su cabeza y cuando cerró los ojos esperando lo peor, sintió que una soga le pegaba en la cara. Sin llegar a pensar, de un manotazo instintivo se aferró a esa soga, miro hacia arriba pero todo era la ventisca y la nieve cayendo sobre él. Cada segundo parecía un siglo en ese descenso acelerado e interminable. De repente la cuerda pegó el tirón y resistió. El alpinista no podía ver nada pero sabia que por el momento se había salvado.

Trato de mirar a su alrededor pero no había caso, no se veía nada. Grito dos o tres veces, pero se dio cuenta de que nadie podía escucharlo, pensó en escalar la cuerda hacia arriba para tratar de llegar al refugio pero era imposible. De pronto escucho una voz que venía desde su interior que le decía "SUÉLTATE". Pensó que soltarse significaba morirse en ese momento. Era la forma de parar el martirio. Pensó en la tentación de elegir la muerte para dejar de sufrir. Y como respuesta a la voz se aferró más fuerte todavía, y la vez insistía "suéltate, no sufras más" y una vez más él impulso a aferrarse más fuerte aun, la lucha siguió durante horas, pero el alpinista se mantuvo aferrado a lo que pensaba que era su única oportunidad.

Cuenta esta leyenda que a la mañana siguiente la patrulla de búsqueda y salvataje encontró un escalador muerto. El alpinista murió congelado, paradójicamente aferrado a una soga........... a menos de un metro del suelo.

Jorge Bucay (adaptación Tofú)



¡Ay dios! Lo importante es que los dos soltamos la cuerda a tiempo (sin cortarla y con cariño), y lo hicimos porque nos tuvimos ahí en todo momento, siendo el uno la voz interior del otro y viceversa.

¡GRACIAS!

*

No hay comentarios: