lunes, 7 de enero de 2008

Pudiera ser...

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* Pudiera ser que esa horma antes estuviera apoyada en el suelo. Que tras mucho tiempo de esperar a su zapato se hubiera enraizado fuertemente a la tierra, y después de todo, allí y así, no estuviera mal. Tal vez, no tenía un zapato al que esperar. Tal vez amaba a la naturaleza con tanta fuerza, que de la muerta madera brotó vida. Tal vez no estaba tan muerta, aunque lograse engañar a las indiferentes miradas. Tras mucho tiempo de trabajo esfuerzo e ilusión, fuertes y profundas raíces brotaron de su planta. Para ella todo lo hecho había merecido la pena, ya no estaba sola, había creado unos resistentes lazos que la unían a su amada tierra. Por fin podía descansar, relajarse y disfrutar de la situación a la que tanto le había costado llegar. Era feliz.

Dicen que un día el eterno viajero se cansó de viajar, que descubrió que lo que él buscaba quizá no estaba tan lejos como un día pensó, y regresó a casa. Comprendió que a veces para descubrirse a uno mismo y entenderse un poco mas es necesario perderse por el mundo y deambular sin rumbo. Descalzando sus pies sonreía pensando en las personas que persiguen sus sueños y los alcanzan despiertos, y sin prestar atención a lo que hacía, de un solo tirón desprendió a su horma del suelo. En un instante todo había cambiado. Los zapatos descansaban de su viaje, el viajero sonreía, como el que entiende tarde un chiste, pensando en su vida, la tierra había perdido unas de sus infinitas raíces, y la horma retornó a madera contemplando como la tierra rápidamente cerraba el hueco donde ella fué feliz.


* Pudiera ser que esa horma viviese dentro de un zapato. Que no recordase nada anterior en su vida que no fuese en aquel lugar. Pudiera ser que un día algún viajero comprara esos zapatos, y abandonara las hormas en algún alto en el camino. Pudiera ser que esas hormas envejecieran abandonadas y echaran raíces esperando a su zapato, esperando a su viajero.


* Pudiera ser que esa horma no tuviera compañera. Que su forma le impidió tener zapato. Que la soledad le encadenó lejos de todo. Pudiera ser que esa horma no tuviera miedo. Que su mejor madera la llevase dentro. Que su soledad le impulsó a romper cadenas, a perseguir sueños y a buscar la felicidad. Que no le importase equivocarse, tropezar o errar en su camino. Pudiera ser que la luz estuviera de su parte, o que ella nunca se rindió, pero dicen que al final lo consiguió.





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1 comentario:

Castigada sin postre dijo...

Hola viajero!
Con lo que olvidaste en mi blog comprendí que los sueños no siempre sueños son, que con un poco de ayuda entre todos puede alcarse un sueño, que con una pequeña sonrisa que emerja de los labios del tirano será suficiente.

Leí tu comentario y a pesar de no conocerte ya creo conocerte mejor de lo que te podría conocer si realmente te conociese.

Espero qué tus sueños se hagan realidad y que sigas pasandote por mi humilde blog a visitarme de vez en cuando...tal vez por alli encuentres la horma de tu zapato

Un abrazo, la viajera