jueves, 24 de enero de 2008

El filósofo y el marinero



'Alí era un filósofo que creía conocer todo lo que hay para conocer en este mundo. Todos estaban de acuerdo en que el hombre tenía un conocimineto amplio de las ciencias y las artes; no obstante, él insistía en jactarse de que era el hombre más inteligente de la ciudad.


A Sam, un amigo de 'Alí, le molestaba esa arrogancia y siempre trataba de que 'Alí abriera los ojos para ver las cosas con más sensatez. Sin embargo, sus argumentos eran improductivos. Después de hablar del asunto con un marinero conocido, Sam decidió instar a 'Alí para que hiciera un viaje por mar. Ese viaje le mostraría otras formas de vivir y lo expondría a dificultades que de otra manera nunca experimentaría. Para su sorpresa, a 'Alí le gustó la idea, de modo que se hicieron los arreglos para el viaje.

Ya en alta mar, 'Alí no paraba de hablar de filosofía. Los marineros escuchaban pacientemente sin decir palabra pero, al cabo de un rato, uno de ellos lo interrumpió y le dijo que estaba aburrido de su charla.


"¿Sabes algo de filosofía?", le preguntó 'Alí.

"Me temo que no", respondió el marinero.


"¡Qué pena!", dijo 'Alí, sacudiendo la cabeza. "Por no tener ese conocimiento, la mitad de tu vida ha sido un desperdicio."

El marinero dejó pasar el comentario y, sin molestarse en responder, siguó con sus tareas.

Navegaron durante varios días. 'Alí se mostraba muy contento y hablaba la mayor parte del tiempo. Estaba tan ocupado explicando sus ideas acerca de cómo se debían gobernar los países y de cómo debían los gobernantes enfrentar los diversos problemas del pueblo que no se inquietó por aprender nada de la tarea de los marineros. Ni siquiera aprovechó la oportunidad que se le brindó, cuando echaron anclas en una pequeña isla para descansar, donde podría haber tomado lecciones de sus compañeros para aprender a nadar en aguas calmas. Tampoco se ocupó de investigar cómo era la vida en alta mar.

La noche siguiente de abandonar la pequeña isla se encontraban en alta mar, en el camino de regreso a casa. El capitán comenzó a preocuparse porque había signos inconfundibles de que una tormenta se acercaba. La tripulación se preparaba para enfrentar la emergencia, pero 'Alí estaba en su cabina con la mente ocupada en asuntos más elevados.

El viento comenzó a soplar fuerte, peleando con el capitán por el control de la nave. Los marineros eran arrojados de lado a lado con cada sacudida del barco. Había tanta agua en la cubierta, por la lluvia y las olas gigantes, que el barco parecía semihundido. El capitán convocó a la tripulación para que se preparara para abandonar el buque.


El único bote salvavidas fué bajado al agua y pronto se vio que no cabían en él todos los hombres. Varios marineros se dispusieron a saltar al agua y probar su suerte nadando. Entonces uno de ellos se acordó de 'Alí y fueron a buscarlo.


'Alí estaba en su cabina agarrado con fuerza a la puerta tratando de mantenerse en equilibrio. El marinero le gritó: "¡Apúrate, debemos abandonar el barco, se está hundiendo!". 'Alí, confundido, subió a cubierta ayudado por el marinero.

"¿Sabes nadar?", le preguntaron.

"¡No!", respondió 'Alí, aterrado.

El marinero sacudió la cabeza. "¡Qué pena! Entonces, por no tener ese conocimiento, la mitad de tu vida ha sido un desperdicio", dijo.

Esa noche, cuando la tormenta hubo amainado, la tripulación fue racogida por otro barco. Incluso 'Alí se salvó, con la ayuda de un par de marineros que lo mantuvieron a flote. A partir de ese día, nunca más se le oyó hablar de su vasto conociminto de filosofía.


Unos años después del incidente, 'Alí le envió un regalo al marinero, que ahora era un amigo cercano. Era un cuadro que representaba un barco en medio de una tromenta en alta mar. En el reverso había una inscripción que decía:


"Sólo los objetos vacíos flotan en el agua. Vacíate de atributos humanos y flotarás en el océano de la Creación".





Rumi.


Cuento de la tradición sufí. Extraido del libro "Cuentos del corazón para calmar el frío". Recopilación por Inés Frid.



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